El vino forma parte de la cultura del ser humano desde tiempos inmemoriales. Aunque parezca mentira, la historia del ser humano siempre ha ido acompañada por esta bebida, así lo demuestra culturas antiquísimas como la egipcia, la griega o la romana.
Como tal, el vino ha ido evolucionando igual que lo han hecho las diferentes sociedades y comunidades. Ha evolucionado con el tiempo y a día de hoy sigue acompañándonos en nuestra cultura y tradición. No solo como parte de la gastronomía, también como símbolo de distensión e incluso de estilo de vida saludable.
El vino dentro de la cultura de moderación
Es un hecho que los productos gastronómicos, en el significado amplio de la palabra, conllevan pautas de consumo moderadas. No solo por una cuestión de salud o hábito alimenticio saludable, también por su propia valoración. Está comprobado que solo si se degusta un vino de forma moderada se puede apreciar su verdadero sabor y características.
El sector del vino, como hemos dicho, se ha ido transformando gracias a las innovaciones tecnológicas. Sigue siendo un producto natural pero se ha logrado obtener un producto de mayor calidad que, con un consumo moderado, puede formar parte de un estilo de vida saludable y sostenible.
Bien es cierto que en muchos países se está anotando un alarmante uso de las bebidas alcohólicas, en las que se incluye el vino, por un determinado grupo de la sociedad. Esto conlleva graves consecuencias sociales, económicas, legales y para la salud. Sin embargo, hablamos de un porcentaje pequeño a escala mundial.
En conclusión, la cultura del vino actual debe tener un compromiso común para garantizar el consumo responsable y moderado. Esa es la única norma social que debe regir, ahora y siempre, la degustación del vino y la inclusión del mismo en hábitos de vida saludables.